PRELUDIO
Por esto la ciudad es un oasis lleno de desiertos.
Porque nos cubre un grito azul cuando amanece
y de tanto correr el agua sólo gana turbidez.
Porque de tanto camino la piedras también terminan en polvo
como el mendrugo de pan que pacientemente mastica el olvido.
Y porque algo nos falta para comprender
la mirada de un perro
que no ladra ni muerde.